Espejo de Luna

jueves, septiembre 29, 2005

Aire, aire nuevo : tu aire

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Ayer entré en el cuarto oscuro
creyendo que en él estabas;
sólo me saludaron las caras
tendidas de tu ausencia
y algunos pasos de tango
que bailaban en una cuerda.

Un aroma de tomillo
se apoderó de mi olfato
y tuvo lugar el milagro
de entregarme el ritmo
del aroma de tu tango:
música que ahora escribo
en mi solfa de dentro.

Entré en el cuarto oscuro
y eché de menos cosas importantes.
No había ropa en los armarios,
ni siquiera el poster de la playa
donde te bañas todos los veranos.

Se advertía el polvo
en el equipo de música
y en la ampliadora de fotos.

La yerbatera,
el collar de la gata,
la colonia de baño,
las cintas para el pelo,
tampoco estaban.

Barrí negativos amarillos,
astillé carcomidos muebles,
limpié el polvo de tu ausencia,
por la escalera arrastré la bolsa negra
en furia de timbales
y ante los ofuscados ojos de pez
con máscara de basset detuve la pena.

Cuando la luna se rodea de estrellas
y el sol se oculta de miradas
tiene lugar el milagro.
Un hombre siente que existe,
las sirenas se unen a los sueños de poetas
y se ven las caras que tapizan tu ausencia.

Cuando esta orquesta de luces inicia su partitura,
se hace el silencio y suena la música,
mostrándome el gran espectáculo
de los hondos y firmes sentimientos
que se guardan en íntimos lugares.

Hoy sigo echando de menos cosas importantes:
El beso de tu presencia,
unos labios que buscan
despertarme vivo al alba.

A tomillo huele mi casa
y todos los días espero
no ver las caras de tu ausencia.

lunes, septiembre 26, 2005

Desnudo amor ahogando tu pecho, sirena

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Todos los momentos en que te pienso –que son muchos-
son buena época para arar con mis labios la magnífica
blancura de tu ser y sembrar de más amor la delicia
de tu cuerpo con el idioma desmesurado de mis besos.
Pensamiento mío impenitente que me extiende,
incluso ahora mismo, el deseo de sentirme entre el amor
y calor tus brazos; que tira de mi cuerpo para llevar
su tronco, sus brazos y sus piernas, a enredarse
como la hiedra, sin pudor, en el hermoso árbol de tu cuerpo.
Tu cuerpo junto al mío pienso y... ¡cómo lo quisiera!
Cada vez que tu árbol me llama, comprometedora mía,
la desnudez de tu amor me asalta y nadaría entre
tus hojas para más amarte; abrazándome tú,
me dejaría mecer por las calientes olas de tu ser
para más absorber en tu boca la otra desnudez de tu alma.

jueves, septiembre 22, 2005

Envejecer

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Envejecer no es un gran reto.
¿Por qué hoy al encontrar un pelo
gris en mi cepillo he pensado...
qué serpiente loca de pelo cano
ha entrado en mi casa para pintar este pelo?
No me había dado cuenta que hoy
ha entrado el otoño y... ¡es mi cumpleaños!

viernes, septiembre 16, 2005

De las vacaciones...¿Cómo se sale?

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Del verano se sale igual que de un recuerdo.
Nunca lo detenemos
en sus noches crueles de calor,
ni se queda en nosotros
la insistencia quemada de las calles,
los fantasmas eróticos de los sueños
que jamás desembocan en un cuerpo,
noches de vino sin nadie,
la cuchilla del frío repentino,
la humillación de los amaneceres.
Pero del mismo modo
al recuerdo se vuelve igual que a los veranos,
con ganas de tocar el mar,
como un tiempo más nuestro,
la leyenda arruinada del nosotros más puro,
una memoria de la felicidad
que duele, nos desarma
y rueda en las colinas de la tarde
y nos busca después
cada septiembre
como los álamos del río
en esa flor envejecida
de nuestra propia alma.