Cosita dulce: Tú

¿Por qué eres tan dulce conmigo, di?
¿Por qué eres tan cielo conmigo, di?
¿Por qué tu hermosura incendia mi vida, di?
¿Por qué con tus latidos y sonrisas me salvas, di?
¿Por qué voy entero al imán de tus ojos al contemplarte, di?
¿Por qué cada noche pienso en el susurro de tu piel, di?
¿Por qué pensando en tu cuerpo yo vengo a envidiar al sol, di?
¿Por qué te siento tan cerca de mí como la luz del silencio, di?
¿Por qué pienso en el delicioso baile que sube
de tus pies a tus caderas, di?
¿Por qué creo ver arder en la sombra, cada noche,
la luz de tu sedosa cabellera, di?
¿Por qué pensar en ti, en tu claridad y hermosura
de mujer, es ir yo hacia el deslumbramiento, di?
¿Por qué como la palabra "sugar" silabeo yo tu nombre di?
¿Por qué tú eres mi emperatriz del aire, di?
¿Por qué tú me eres el dulce caramelo que engolosina mi ser, di?
Ay, sirena, que vives en los pliegues de la luz hecha capilla;
que cada vez que yo silabeo tu nombre como si dijera "sugar"
digo que por ti soy hombre y en ti mi tiempo,
pensándote, se encasquilla...

Tu luz

¡Ah, sirena, marcado por tu mirada,
por tu voz y por tu boca,
marcado por noches locas
o por tus horas encadenadas,
no sabes cuánto quiero sólo ser,
por ti marcado ,en este amanecer
el trofeo de luz de una mujer!

En tu mirada la mía se endulza

Hoy quiero vestirme con el lujo de tu mirada
y...¿sabes qué?...
Me gustaría hacer contigo lo que la primavera
hace con los cerezos.



¡Y tanto, y tanto florecerías tú que mis miradas
crecen en un rumor de besos sin descanso!

¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!

Y tanto y tan sin descanso,
que si yo te toco,
flor que crece,
sonrisas tuyas abiertas
que, meciendo,
con sus pétalos
me envuelven.
Y si no te toco,
dulzura que pesa
me vienes en tu silencio
densamente lenta.

Y me acerco a tu mirada
para vivir de la vida
que me das sonriendo,
y muero en la dulzura
de tu vago silencio.

Amada, sirena mía,
alta flor y luz en mi tiempo,
tú me creas melodías
con pausas y secretos;
y los días se nombran
según un sentimiento.

Paloma, palomita, palomera

Pichones asados al vino tinto

Ingredientes:
- 4 pichones.
- 2 vasos de vino tinto.
- Sal.
- Mantequilla.
- Caldo de carne.
- 80 gramos de foie-gras.
- Aceite.
- Patatas panaderas.
- Ajo.

Elaboración:
1. Los pichones, sazonados y con un diente de ajo dentro, los ponemos en una cazuela y los metemos en el horno, a 200 grados, durante diez minutos.
2. Pasado este tiempo, retiramos los pichones y en la misma cazuela ponemos mantequilla, el foie-gras en trozos, el vino tinto y medio vaso de caldo, y hacemos que reduzca a fuego fuerte.
3. Mientras tanto limpiamos los pichones de tal forma que nos queden mitades limpias de huesos. Los esqueletos o carcasas los agregamos al caldo que esté reduciendo para darle más sabor. En unos diez minutos la salsa estará lista.
4. Calentamos los pichones, los salseamos y los presentamos en la mesa con unas patatas panaderas hechas en el horno.


No sé porqué pongo esto pues la verdad es que a mí me gusta más el pescado.

Tu suavidad me es delicia

Son tantas las sensaciones que acumulas en mi, sirena,
son tantas las voces infinitas que lanzan sus ecos a vivir en mi ser,
que se estremece cuando las siento venir agolpadas porque tú las creas,
las haces nacer con el amor de tus suaves caricias en silencios convertidas.
Esas caricias se espesan (me derramo por ellas),me tira mi sexo
(no me creas obsceno) y todas las sensaciones que en mí se habían
dormido me despiertan cada noche; se reparten las zonas de mi piel más
sensible y hacen que las puertas de mi aliento se abran a borbotones
respirando más fuerte mi adoración por ti.
Ah, deseada, tierna mía, en ese torbellino de sensaciones con que me inundas…
la voz de mi deseo te desea más y te busca incontenible en esa suavidad
de tu ser y de tu caricia que me envuelve. Toda tu suavidad me la agolpas
en los silencios de luz que me regalas, porque todo en ti sé que es suave
(no me digas que no)
Tu piel es suave, tu boca, tu aliento, las palomas pares de tu pecho,
tus pétalos son deliciosamente suaves...



Te pienso. Y... ¡Ay, dulce mía! Qué hermoso sería sentir el regalo de tu ser,
de tu esencia de mujer entregada que tiembla, como la gota del rocío
en los pétalos; sentir mi navegar por el cauce de tus límites y mis dedos
como peces recalar en tu dulce agua para llenarse de vida en el abrazo
de tus entrañables olas.
Ah, sirena mía, es tan hermosa tu hoguera que, por más querer yo arder
en ella, mi caricia quiere acortar distancias y más se quiere hacer viajera
impenitente de tus rutas, de tus ríos, de tus maravillas de mujer...delicia.