Espejo de Luna

lunes, junio 25, 2007

No quiero abrir los ojos.

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El mar y al noche y el amanecer y tu boca inmortal
a mi lado.
Como sinuoso tafetán, roza una brisa pequeña
claramente insaciable lo atónito de nuestros respiros.
Tu boca guardiana de mi torre, abierta, me besa, desnuda,
me atrapa, me sostiene, desfallezco,
expiro mi ser entero en el abismo de sus grutas,
de tu boca torbellino,
tus labios santuario, rojo placer, anhelantes,
tu lengua la diosa de la leche y la miel que preciso,
alabastro enfurecido tus dientes sobre mi embriaguez.
Bebo tu goce de mi boca
en la mitad de tu noche estremecida,
tu calor enfrentado al mío,
de pronto,
las distancias
para recuperar tus fronteras,
siempre mi ansia viene a romperlas
de nuevo.

Tu boca templo de mi fortuna en mi oído,
lo que me dices
cuando sólo yo te escucho, abrazas mi risa,
reír contigo, entre tus labios,
entre focos
de autos
deslumbrados, es junio, quiere amanecer
mi nueva vida rendida
a tu abandono;
nuevo beso, laaaaargo,
húmedo, rezumante de tu nombre de isla,
carnal, agua viva,
nuestras bocas enlazadas
en la avidez inaplazable
del viejo rey inflexible.
Mi corazón al galope en tu labio,
bebo tus murmullos, chupo el néctar
de la noche madura
en tu lengua, sorbo
el amor de tu alma que mana
desde la oquedad
de tu boca divina.
No quiero abrir los ojos.
Te estoy besando, sirena.

martes, junio 19, 2007

Lápiz de labios tuyos con los que escribir mis besos

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Como en el cuerpo buscan otros su redención,
yo te escribo interrogando a la luz que tus ojos retienen.
Ahí brilla este silencio de letras en que creo encontrarte,
como cuando sonríes y te pienso, y te vivo, tan mía.
Sólo una luz en mi mirada: la que tu cuerpo de oro enciende.

La hoguera de tus párpados aviva el relámpago rubio de tu voz,
tu voz de corolas y témpanos y de escarcha ahora vestida,
voz tuya inmersa en un escape de invierno y luz enardecida,
que me destila el aire y todo yo quedo licuado porque te pienso la voz.
Y como la argentina claridad se desbrida en el lazo de seda
que titila en tu voz, a puñados recoges con tu vida mi vida
y, al escucharte yo, me inyectas tinta de amor salvador con tu voz.
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Vivo tan sólo de pensar tu voz, vivo tan sólo de saberte viva.
Son tus labios carnosos, y si en tus labios pienso que leo,
como buenaventura, la que me eres y serás
(la que hoy eres: un tránsito que ya has dejado atrás,
sucesora del rayo de ti misma en deseo),
en tus labios estalla la fruta del silabeo
y la pulpa me dice que has vivido quizás
para ver que la luz te donaba su empleo,
como yo habré vivido para quererte más.

Son tus labios carnosos, sirena, y me sanan la herida
y me abren la herida que me sanan, partida
mi vida por tus labios de mar en pleamar.
En tus labios leo que respiras por la herida
de mi amor atravesada mientras yo, más herido cada madrugada,
quiero suspirar besando en tu boca tanto como tú suspiras.
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martes, junio 12, 2007

Tu voz

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Quiero y puedo decirte que, hoy, tu voz quisiera tenerla en mí…
quiero que venga a derramarse por mi dentro, sirena.

Con cien llaves, prisionera de mí, la encarcelaría yo para más tenerte a mano mía. Mano que busca saber caricia de ti y del sabor de tus venas, en ese eco que vendría a clamar a mi oído como puro mensaje de una memoria de labios tuyos…en los que pienso.

Quiero y puedo atreverme a pensar que en beso lento los recorro, adivinando que embozan músicas en las que danza lengua remota de tu propia llama; en la que arder quisiera yo en este instante.

¿Podrás disculpar, sirena,

el atrevimiento de pensarme
en la caricia de tu alcance,
en la caricia de tus labios?
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martes, junio 05, 2007

¿Por qué soy romántico? –tú me preguntas.

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Cuando lees mis versos dices que soy romántico,
que no estoy en el mundo, que mi vida es un sueño,
que floto como el humo por un cielo inventado.
Mas tú me has hecho así, sirena, tal como me defines:
utópico y etéreo porque tú lo has querido.

Claro que sé encontrar las fealdades del mundo:
están sobre nosotros igual que una condena.
Pero tú arrasas las sombras de la vida, y tus ojos
bautizan la hermosura que en ti misma se inicia.

Puedo cantar tristezas de arrabal y penuria,
y poblar el poema de notas inquietantes,
de voces de la calle que hieren como filos,
si es que tú lo deseas, si es que tú me lo pides.

Y acaso lo haga un día, en medio de estos versos.

Pero déjame verte inaugurando el mundo,
haciendo bello el mundo para que yo lo viva,
para que pueda verlo más hermoso en tus brazos,
allá donde las aves anidan para amarse
y la claridad vence gozosa a las tinieblas.

Acaso soy romántico porque no me abandonas,
porque quiero inventarte en mis noches abrasando las dudas,
como un niño se inventa a invisibles amigos
que, obedientes, comparten la ilusión de sus juegos.

Porque todo lo riges, porque todo lo ordenas,
porque en los sueños mimas un temblor de esperanza,
quiero que el universo se detenga en tus labios,
en tu voz no ungida, en tus besos sin nombre,
en la palabra amor que para mí descubres.

Habito en otro mundo pero tú lo creaste,
etéreo mundo nuestro que vive en cada herida
del tiempo y nos ordena. Pero no es una sombra.
Es nuestra vida a tientas
tan hermosamente amanecida.