Espejo de Luna

miércoles, julio 16, 2008



EN TUS OJOS, MI MUNDO AJUSTA SU HORA


Antes de que fueras mi sirena
había más calendarios para contar el tiempo:
los hindúes,
los chinos,
los persas
y los egipcios tenían sus calendarios.
Después de ser mi sirena amada,
la gente comenzó a decir:
el año mil antes de sus ojos
y el siglo décimo después de sus ojos.

En tu amor alcanzo el grado de evaporación,
el agua del mar se torna mayor que el mar,
la lágrima del ojo mayor que el ojo
y la superficie de la herida
mayor que la de la carne.

No puedo quererte más aún
ni estar más unido a ti.
Mis labios no bastan para cubrir los tuyos,
mis brazos no bastan para ceñir tu cintura
y las palabras que conozco
son muchas menos
que las delicadas escamas que adornan tu cuerpo.

No puedo
adentrarme más en la espesura de tu pelo:
llevo años
publicando en la red que estoy perdido.
Y en ti sigo perdido
hasta próximo aviso.

El lenguaje me es ya insuficiente para pronunciarte
y las palabras son como caballos de madera
que corren tras de ti noche y día,
sin alcanzarte.

Siempre que me acusan de quererte,
me siento superior;
convoco una rueda de prensa
y reparto tus fotos a los blogueros,
aparezco en la pantalla del monitor
con la rosa del escándalo
prendida en mi ropa.





Escuchaba a los enamorados
hablar de sus amores,
y me reía.
Pero cuando volví al hotel
y tomé el café, solo,
supe cómo penetra el puñal del amor en el costado
para no salir nunca.

Mi problema con la crítica
es que siempre que escribo un poema en negro, verde o azul,
dicen que lo he copiado de tus ojos, de tu mar o de tu cielo.

Mi problema con las mujeres
es que siempre que niego mi relación contigo,
oyen el tintineo de tus pulseras
en la vibración de mi voz
y ven tu camisón
colgado en el armario de mi pensamiento.

Sé buena y no me acostumbres a ti:
el médico me ha aconsejado
que no mantenga mis labios en los tuyos
más de cinco minutos,
ni me sientes bajo el sol de tus pechos
más de un minuto,
para no abrasarme.

Si conoces a un hombre
que te quiera más que yo,
preséntamelo
para felicitarlo
y luego matarlo.





(Homenaje a la poesía árabe)

jueves, julio 03, 2008



Somos del mar

Lo que despierta tus mañanas
es quizá la falta de un pedazo
del alma que cada noche te robo,
pues vigilo tus sueños en esta lejanía
y, entre las playas en que callas,
te veo dormir al contemplarte entera.
No me he resistido y emprendí de nuevo
aquel viaje pendiente que me lleva
hacia el norte de tu cuerpo y anoche,
con mirarte un poco más, me volví luna;
luna de amor abrazado al centro de tu cuerpo
que descontrolo en el intento vano de frenar
el mar que ha despertado en su locura
y, lo apacible que se vivía en mi callado mundo,
se violenta ante las ganas de entregarse a ti...

Toma, te entrego en mí tu piel llena de deseo;
de tanto amarte me ha vencido el sueño
y ahora duermo yo, aquí, en mi soledad mientras intento
pedirle nuevamente al mar que te muestre el camino
y seas ahora tú quien lo mire violento...
Ven, sirena, despierta cuando duermo;
duerme, mi vida, que yo cuido tus sueños.
Es tanta la distancia entre tú y mis soledades y miedos,
que siento somos ya del mar y en él te espero.