Bautizarte

Mis primeras letras de este lunes son para tus ojos,
ya que mi pensamiento estaba despierto
en tu luz y en tu nombre, sirena,
desde las seis de la mañana.
Y junto con tu nombre, Nenúfar, miles de direcciones
de las aguas donde tú habitas,
intentaron caer dentro de mi cuerpo despierto.
No sé que me has hecho, sirena mía.
En la noche, cuando estoy tendido y despierto,
mi pensamiento te nombra y tu nombre
te me convierte en un reloj de arena sin peso
y sin fin que me cubre de deseo.
Te siento como las olas del mar,
tan hermosas y tan lejanas, tan deseadas.
Cuando te escribo, un naufrago parezco
y no sé si le estoy buscando algún motivo a mi escritura;
sí sé que quiero bautizarte con mis suspiros,
volar al encuentro de tu mirada y encontrada,
poder cerrar mis ojos para abrazarme más con ella
y recostar mis labios abiertos en la sonrisa de tu boca...
y rebautizarte despacio: Deseada, Desiré, Dessie...
(¿es ese tu nombre?)
Te escribo, Nenúfar, como si fueras una flor japonesa
que en mí se descubre extensa,
y lo hago deseando tener el poder de retener,
en el beso de nuestros ojos, el tiempo de los dos.
Y si, de par en par, ahora, tus ojos me miran...
Yo, egoísta, los míos abro: ¡Cuánta luz para mí solo!
Y aquí estoy, por ser lunes, lleno de tu luz, dando el hoy.