Pétalos de tu boca

Anoche cerré los ojos para más verte.
Y la noche y el “sueño” y tu boca en mí.
Como sinuosa pluma, alas rozaban una brisa
cálida oscuramente insaciable
de lo atónito de nuestros pasos en papel
de cuerpo encontrados.
Tu boca guardiana de mi piel y de mi torre,
abierta, me besa, desnuda;
me atrapa y me sostiene, desfallezco,
expiro mi ser entero en el abismo
de sus grutas, tu boca torbellino,
tus labios santuario, rojo placer, anhelantes,
tu lengua la diosa del agua y la miel que preciso,
marfil mordedor tus dientes sobre mi embriaguez.

En tu boca bebo tu goce de mi boca
en la mitad de una noche estremecida
con tu calor enfrentado al mío.
En algún momento te distancias,
Sirena, para recuperar tus fronteras,
pero mi ansia de ti las rompe de nuevo.
Tu boca templo de la noche en mi oído,
lo que me dice cuando yo sólo te escucho.
Entre tus labios abrazas mi vida y mi boca
que quiere amanecer rendida,
abandonándose en tu vuelo;
dando tumbos nuevo beso, largo, húmedo,
rezumante de tu acariciante nombre, carnal,
agua viva, nuestras bocas enlazadas
en la avidez de más revuelo.
Tu corazón al galope en tus labios,
bebo tus murmullos, chupo el néctar de la noche madura
en tu lengua, sorbo el amor de tu cuerpo y de tu alma
que mana desde la oquedad de tu boca divina...
Deseando amarte, Deseada, cada noche te espero.
No quiero ni puedo abrir los ojos.