El beso de tu boca

¿Te había dicho lo mucho
que me encanta una naranjita?
Sí, me gusta muchísimo:
¡Es tan apetitosa!
Cuando su carne blanca y rosada
por tanto azúcar abre sus labios
y se desgaja en los míos,
voy bebiendo su dulce jugo
con alevosía, impactada mi boca
por el justo sabor
de su deliciosa pulpa,
regalo a mi lengua el ejercicio
de su destino dejando que se hunda
hasta el fondo y saboreo un pedacito
carnoso a punto de desprenderse
del centro de su abierta boca.

Enrojecen mis labios
y mi boca de tanto azúcar,
pero es que no hay otra cosa
que pueda causarme tanto deleite
pensando en ti mientras
no vuelva yo a intentar calmar
mi voraz apetito de tu carne
y de tu boca, deliciosa naranjita mía.