NOCHE DE LUNA HECHA BESO

Es un momento de esta noche. La luna llena, entera, tensa, perfectamente redonda, acabada de nacer y durísima, quedará en equilibrio, sobre la tangente de la tierra en distancia, como un sol sin rayos, domesticado y gozoso de dejarse mirar.
Un paso; y se lanzará a recorrer su camino, ella, sola, por el cielo, y con su luz por los caminos de la tierra, infiltrando entre los árboles, hasta campo cercano, la finta de su blancura. Luna delicia, celeste luna. Luna de floreado fulgor que para tu cuerpo pienso, para iluminar tu cuerpo; y no a la luna en ti, sirena, sino en la luz de la luna poder besarte.
Te besaré. Y mi beso, ¡qué alto!, te llegará a estremecer; te calará con la bajada de la nieve en el prado, con la calma que pone la miel al esponjarse en pan tierno.
Labios traigo para ganar el principio de tu boca. Fresca boca sangrienta que he de morder; sí, en esa luna que sabe a ti y no eres tú, roja más que corales del océano. Párpados remadores, tus párpados en las aguas de luna. Navegante luna. ¿No vibra en tus oídos la canción del mar, sirena de espumas llena? ¡Tú mar lunado, ausente, tal que un cielo ahora, cielos de luna nueva, esa mirada que no tengo ahora a mi lado y que me aprieta como un dolor…