Manos
que como una caricia de ángel me alcanzan.
Dentro de mí tu imagen guardo y miro tu rostro.
Dentro de mí tu imagen guardo y miro tu rostro.
Un soplo de ternura te echa como una luz por tus rasgos.
Y me miras. Y me estás sonriendo con tus ojos y tu boca, sirena.
Siento fervor por tu luz, por tu calor que vivido me llega.
Y tú estás callada, y yo siento mi cuerpo, suspenso,
Siento fervor por tu luz, por tu calor que vivido me llega.
Y tú estás callada, y yo siento mi cuerpo, suspenso,
dulce - tú lo endulzas-, acaramelado, en tus manos.
Estás pidiendo. Estoy pidiendo.
Estás pidiendo. Estoy pidiendo.
Se nos quiebra una misma voz que no existe, y que pide.
Deseo demorado. Deseo en los tactos que pulsa sin ruido,
sin voces. Y yo te miro a los ojos, y miro y te oigo por dentro.
Oigo el alma quietísima, mujer, sirena que canta escuchada.
Deseo como beso. Beso en las manos, en los dedos,
que escriben, cerrado yo en mi pensarte pensándome
a tu lado, y cerrando mis ojos poder así pensar otras cosas.
Ver la vida; ese cielo en tu hondura...La tierra: tu cuerpo entero;
con tu pelo suave, con tus dulces ojos tranquilos,
con tu fina forma de viento, con tu golpe de estar,
con tu súbita realidad realizada en el momento que nos vivimos.
Tierra acariciada, tentada, reída, escuchada,
misteriosamente aspirada por mis besos,
dibujando con mis dedos tu piel delicada, la de los labios,
la que levísima vivo con un fervor que apenas se mueve.
Y mirar, ver, oler, entrar, beber, abrazar, acariciar, escuchar...
Ser, serte, estarme en ti, en tu aroma de tomillo detenido,
en tu rumor de mujer presente que musicalmente me llega.
Resonado entre tus brazos encontrarme quiero...
Sí, ya, hora que pensándote estoy porque quiero.