Espejo de Luna

jueves, mayo 25, 2006

En el metro

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Cuando tu pensamiento me acompaña en el vagón
sigo y veo alguna pareja de adolescentes
que se besan hasta llegar a su parada.
Otros, como ruborizados, apartan la vista
de sus bocanadas sin aire
presintiendo el arcano inviolable de su ventura.
Yo no.
Yo miro con envidioso placer su fortuna.
Saboreo su osadía transgresora
y me deleito en los chasquidos de sus ganas
contra los túneles largos sorteando luces
y estaciones, de sofoco enmudecidas.
Su risa me acerca el sabor de tu boca,
demoro mi mirada hasta que me pasan y salen,
y aún mis ojos los siguen
como si en su abrazo me invocara tu boca
a escoltarla.
Ya en la misma estación en la que bajan
te ambiciono urgentemente
mientras otra pareja entra y vuelven
a unir sus bocas y se besan
como si lamieran un largo caramelo.
Luego ríen.
Desfallezco como si esa fuera tu risa,
mientras siento que adoro,
más que la envidia de esos besos,
el sabor de tu boca que pienso.

¡Quién me habrá mandado
que hoy viajara yo en metro!

viernes, mayo 19, 2006

Anoche

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Como playa he tenido todo el calor
de tu hermosura en brazos,
he sentido tu cuerpo como estelar espuma:
caliente, vivo, propagador;
mis labios en tu piel bebiendo tu brillo,
agua pura, luz pura...
En tus pechos, en tu cintura, en tu regazo
estrechaba el mundo sintiéndote renacer,
entre los labios incendiados, de niña a mujer.

Mis besos, no era besar lo que hacían en ti,
era redescubrir, rescatar de tu dentro
la íntima y femenina luz que guardabas olvidada.

Nuestros cuerpos inventaban caricias,
goces iniciados y navegando
como si no supiéramos en qué lugar
de los cuerpos el acariciar se acabara
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia,
- con toda el ansia -
con el total y ardoroso deseo
que la luz de tu ser me cedía...

No hubiera querido despertar.

miércoles, mayo 10, 2006

Abrazado a tu suavidad

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Abrazado a tu suavidad me pienso y, pensándote, a veces
cierro mis ojos y mis manos recorren leves tu delicado
cuerpo silencioso, leve andar que comprueba su forma,
que tienta su estructura, sintiendo bajo tu piel de seda
la dulce carne de la que quiero empaparme y
empapar de amor hermoso.
Mi tacto, cuando te acaricio, te lo está diciendo.
Es por la piel secreta, secretamente abierta,
invisiblemente entreabierta, por donde el calor tibio propaga
su voz, su afán dulce; por donde mi voz penetra
hasta tus venas tibias, para rodar por ellas en tu escondida
sangre, como otra sangre que sonara clara,
que dulcemente te besara por dentro, recorriendo despacio
como sonido puro tu cuerpo, que resuena entregado,
que resuena mío poblado de mis voces profundas,
resonado cuerpo de mi amor, que se hace sonido
de mi voz amándole, cuando tu carne entera y total flamea,
por virtud de ese dulce abrazo de tu cuerpo, de tu cuerpo
suavísimo que gime, por donde entro despacio, despacisimo,
secretamente en tu vida, hasta tus venas hondas, cálidas,
totales, donde tu amor hermoso me acaricia y empapa...;
y el mío más quisiera poder bogar y cantar completo entre tu carne


Ah, Sirena mía, es tan bella tu incandescencia
que, por más querer yo arder en ella, mi caricia
más se quiere hacer viajera impenitente de tus rutas,
de tus ríos, de tus maravillas de mujer...


Mi caricia en ti entra despacio, como el bañista que, temeroso,
con mucho amor y recelo al agua, introduce primero sus pies
en la espuma y siente el agua subirle, y ya casi se atreve,
y casi ya se decide. Y, con todo el amor, avanza hacia su abrazo.
Y con el agua en la cintura todavía no sabe si decidirse.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos
y se entrega completo. Y allí se reconoce, y crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía, y hiende y late
en las aguas vivas, y canta, y vive. Y entra confiado en el torrente
de amor que le reclama, acariciando las facetas
de tu otro corazón diminuto, corazón que late
para ser él también el mismo corazón mío que le alcanza y ama.

¿En qué piensas, qué sientes,
Sirena, cuando tu cuerpo se agita
como las ondas de un estanque dorado
en el que navegarte es delicia?

miércoles, mayo 03, 2006

Abrazo creciente

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Desearía estar pegado a ti y cerrar los ojos para más verte,
para después volver a verte por la dorada luz y no perderte.
Así, me vas por las galerías donde vierte un cierto
y delicioso poso el agua de mi sueño y del desear tenerte.
Hecha pura verdad recuperada, sin contornos, sin forma,
solamente, luz, pura lumbre o gracia deseada,
caricia tuya toda transparente.

Tú no me fallas, Deseada, te recupero aquí en esta ventana.
Si el tiempo suena, aquí deja el sonar hecho latido;
cada vez que me vienes con el vuelo de tus pestañas.
Hasta aquí arrastra su amarilla arena el huracán
de tu ser de mujer que me llega enardecido.
Tu rosa mi esperanza aquí cultiva
y pone el ardor su calurosa lumbre.
Mi tierra en ti cava la verdad más viva
y va arando su deseada costumbre.

Galería sin fondo, sima clara de ti aquí,
tras de los ojos, si los cierro para pensarte,
todo un acervo mundo se apresura.
Aguas arriba de mi vida, se hunde
tu cuerpo, me hundo yo en tus pétalos,
en ese delicioso paraíso
en que bogar despacio quiero.
Sólo aquí existes, Sirena.
Cierto sol tus ojos que no alcanzo.
Cierta playa tu cuerpo precioso,
ciertas olas las del mar de tus bocas en las que remo.
Sólo en los rojos, ocultos campos míos vive una Sirena sola.
Sombra y luz, tú. Vida y sueño.
Se hunden tus alas cuando quiero tenerte.
Cuando cierro los ojos, se remontan.
Acaricio a tientas tu cuerpo y reconozco
sus hermosas fronteras que me aguardan.
Lo que haya más allá lo desconozco.
Dejo que aquí mis manos ahora ardan.
Sólo somos un límite que toca,
que se descubre en puro tacto ardiente.

Un tentáculo vivo es cada boca
y una yema en contacto cada diente.
Somos la realidad corpórea y viva
que en ciega colisión se reconoce.
Candente rastro en forma fugitiva
que va buscando un amoroso abrazo creciente.