Espejo de Luna

lunes, mayo 30, 2005

Sabor a manzanas

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Como las alas de los ojos,
como los ojos de las olas,
como las olas de las alas,
como las hojas de la boca;
mis besos vuelan al nido de tu boca
como si mi sangre misma hablarte pudiera.
Y las alas, los ojos, las olas,
las hojas de mi boca
se agrandan y palpitan
por beber en la flor de tu boca.

Tu boca me llama, me pulsa, me apela:
tus labios ordenan sobre mi pálpito
y yo obedezco:
abro la mía para que vuelques tu agua
guardada entre el silencio de tu boca
que ella, amorosamente, lo transforma
en más beso.

martes, mayo 24, 2005

Te pienso

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Tu ausencia nada tiene que ver con el espacio,
ahora mismo si alargo los dedos te acaricio,
puedo rozar tu espalda, sentir el raso leve
que mima tu cintura, y así seguir midiendo
el mapa de tu piel que recorren mis labios,
hasta alzar suavemente la fiel pajarería
que anida en el latido de tu pecho tan mío.
Pero estás lejos, siento el puñal de tu ausencia,
y vagas no sé en dónde, por qué olas mecida,
flotando en océanos que sólo tú conoces.
No es el ingrato espacio lo que te hace lejana,
es el muro de la distancia, de los sueños vencidos,
mares de sinrazones que más que navegables
hoy son simas amargas donde tu ausencia crece.
Mas no siempre te escondes tras la lejana penumbra,
cuando te pienso tú sabes que te acaricio, y tu piel tiembla tibia,
como si la memoria rasgase la distancia que a ti me acerca
y mi pulso bautizase en tu cuerpo fuegos resucitados.
Tal vez sea el tiempo preciso de alertar tu venida,
pidiendo que atravieses el húmedo engranaje que nos salva,
la hermosa suavidad de las aguas que el mar derrama
al tiempo que la vida, y que me estalles en cataclismo
regresando de la ausencia apuñalando mis nieblas,
como una nueva sirena descifrando mis horizontes.
No es que te sueñe cuando te pienso.
Te siento en mí, desnuda, y como nunca mía.
Entonces tu piel tiene un sabor a manzanas.

miércoles, mayo 18, 2005

En la noche

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Sólo tú, sirena y piel mía,
dulce en los olores de savia cálida,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en el mundo que sueño;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, mujer, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan hermosa, cuando te pienso.

lunes, mayo 16, 2005

Esperando

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Deseando beber en su boca
de blanco vino llené la copa...

Hablé de noche a la luna llena
cuando mi sirena se retrasaba
y creí ver en su luz, en la senda,
como un lejano vislumbre
del esplendor de mi amada.
La luna burlona me miraba
pues sólo sombra me llegaba.

Pasé la noche infeliz, mientras el amor mentía,
la luna sonreía y el desvío mi ceño fruncía.
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, perla, lluvia, oro y azabache.

miércoles, mayo 11, 2005

Tabla rasa

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Solté amarras y, cuando cogí el timón,
el viento aumentó en unos cinco nudos;
el velero y yo salimos como un rayo,
dejando atrás varios botes al ir hacia
el oeste y al mar abierto.
- ¿A dónde cuernos crees que te diriges? –me pregunté.
- ¡A América! – me contesté.
De pronto, el barco y yo, nos estábamos
deslizando casi sin rozar la superficie del agua,
volando sobre ella gracias a un fuerte viento del este.
El casco del velero cortaba
como un cuchillo las agitadas aguas.
- Veinticinco nudos- grité por encima del viento-
¡Qué rápido es este cascarón!
Entorné los ojos para protegerme del sol cobrizo
de otoño. Sentí el rugir del viento a mis espaldas
y, en los pulmones, el frío del aire salado.
Por unos breves instantes felices, la mente se me vació:
tuve aquella sensación, siempre anhelada
y pocas veces conseguida, de que uno es tabla rasa,
una pizarra de la que se ha borrado toda la culpa,
el miedo...La velocidad del velero me tenía atrapado.
Me sentía en plena carrera, con todo a mis espaldas.
Nada ni nadie podía alcanzarme.
Durante casi una hora, no me dije ni una palabra,
ni si quiera me miré. Sólo miraba el mar, hipnotizado
por la seductora sensación del movimiento ilimitado
hacia delante, una vida sin fronteras ni barreras
que detuvieran mi avance, que me mantuvieran
confinado dentro de los límites. Y entonces
me di cuenta de que el velero estaba pensando
lo mismo que yo: ¿por qué detenernos?
¿Por qué no seguir hacia el oeste y lanzarnos
a cruzar el Océano? ¿Por qué no atrevernos?
En ese momento...¡Me desperté!

Todos deseamos espacio y libertad en nuestras vidas,
pero a la vez nos enterramos cada vez más
profundamente en el hoyo de la domesticidad.
Soñamos con viajar sin equipaje,
pero acumulamos lo que podemos
para mantenernos cargados y anclados a un lugar.
Y la culpa es solamente nuestra.
Porque...aunque todos fantaseamos con escapar,
la idea de la responsabilidad nos resulta irresistible.
La profesión, la casa, la madre...todo nos mantiene
con los pies en el suelo. Nos da la seguridad necesaria,
una razón para levantarnos por la mañana. Nos dificulta
la posibilidad de elección y, por tanto, nos otorga certeza.
Y a pesar de que todos los humanos que conozco
se rebelan ante las ataduras de la carga que nos pesa,
todos las aceptamos. ¿Será que nos gusta atarnos
de la cabeza a los pies?

lunes, mayo 09, 2005

Piel y Cuerpo de Rosa

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Espejos míos inaguras y tus imagenes van creando
los colores de mi mundo. Vas tintando las lluvias
que humedecen mi tierra, y así te van naciendo
de los ojos a tu piel las cosas más hermosas.
Tantos matices tienen los colores que me avivas
que se encela la aurora, y desde el arcoiris
mi cielo te responde sin conseguir acercarte.
Pintas el universo y así arrasas mis sombras,
así ciega tu objetivo el hondo pozo de la tristeza,
y haces brillar, alegre, el sueño en que te amo.

Le das a la belleza polícromo atavío,
reconoces las cosas, mas allá de sus nombres,
por el color exacto que nace de tus ojos,
por el claro pensarte que custodia mi dicha.
A veces dices romero y una presencia verde
alerta mi esperanza y hace el mundo habitable.
Y si dices morado, sobre todas mis dudas
se afirman tus violetas con su esperada lumbre.
Das azul a mis mares, y haces rosa a la rosa,
y concedes un rojo de labios de mujer
al campo de amapolas, como el rastro de un beso
que, desde lejos, viniera a besarme.
Y un pequeño pincel de pestañas te sirve
para darle a la tarde su objetivo de noche.
Ordenas los colores, qué paleta de magias,
que don de diosa guardan tus ojos encendidos
tras el visor con el que miras las estrellas.
Yo, lejos de ti, incoloro, pálida sombra tuya,
sólo espero el color con que quieras amarme.

jueves, mayo 05, 2005

Ausencia

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Es éste, diálogo interminable
mío con tu sombra.
Me entrego a sus rutas,
camino su celaje por ti.
No eres tú quien hallo al final,
no tú como eres,
no como quiero tenerte
en la piel y en la boca.
Sí te presiento.
Sí me llenas las manos
de aromáticos ensueños estallados
en los pliegues de mis dedos,
sí está allí tu idea
ausente de ti
y de mí,
está tu no estar
enajenando mi frente
y le digo que es éste
un dialogo eterno, amor,
con tu no presencia,
con tu no palabra,
con esa distancia tuya sirena
amada por mis dedos cuando tañen
aquí las notas de tu búsqueda.
Qué sería de su ruta
si no fueras tan fiel
a tu no estar.
Qué sería de estos diálogos
si en uno de tus arrebatos
pusieses palabras
en mis ecos, o respiraras de pronto mi boca
disolviendo el vacío que besa
mi sien en tu nombre,
ahora que amo tanto tu ausencia,
ahora que mis voces
reconocen suyo
el tecleado silencio de tu no tú.