Espejo de Luna

martes, enero 30, 2007

El eco de tu voz

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Quiero y puedo decirte que, hoy, tu voz quisiera tenerla en mí…quisiera que viniera a derramarse por mi dentro, sirena.

Con cien llaves, prisionera de mí, la encarcelaría yo para más tenerte a mano mía. Mano que busca saber caricia de ti y del sabor de tus venas, en ese eco que vendría a clamar a mi oído como puro mensaje de una memoria de labios tuyos…en los que pienso.

Quiero y puedo atreverme a pensar que en beso lento los recorro, adivinando que embozan músicas en las que danza lengua remota de tu propia llama; en la que yo, en este instante, arder quisiera.

¿Me disculpas el atrevimiento de pensarme en la caricia de tu alcance?

martes, enero 23, 2007

Variaciones

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Cuando de noche me miro en tu sueño,
eres para mí como un espejo,
entra mi gozo en ese gran lago
por el espacio en que me alejo.

Entonces yo ya no soy yo
y soy el espacio en que me miro.
Fluyo en esa materia viva de tu agua o sueño
que moja un cuerpo único y solo soy, humano.

Dejo que este cuerpo que soy me lleve
para ser en ti el yo y el mí. Soy eso solo.
¡Qué ansia de entregarse la de mi cuerpo!
Bastante dicha sentirme en ti hecho.

No se llama yo este cuerpo que se aleja,
esta poniente luz que me refleja
y este ser de luz que bebo con mi beso.
Se llama tú este cuerpo que a ti me acerca.

Tú no tienes tu cuerpo, tienes el mío.
Tú no eres un cuerpo hacia el que nunca has ido.
En el tuyo sí que estoy, Sirena, y en ti voy sabiendo
qué es lo que siento y qué es lo que fluyo.

Porque sé que estás viva y me vives,
estoy seguro de que estoy vivo yo,
viviéndote. Por ese claro latido
o acertijo en la vida real creo.

Y lo irremediable no es que mío sea
este cuerpo, sino que sin remedio
este cuerpo soy yo, frente a ese asedio
que quiero de tu mundo en rotación que me rodea.

La realidad es lo que constatamos
cuando un cuerpo a otro cuerpo acercamos
y fundimos en un solo deseo traspasando Cuando de noche me miro en tu sueño,
eres para mí como un espejo,
entra mi gozo en ese gran lago
por el espacio en que me alejo.

Entonces yo ya no soy yo
y soy el espacio en que me miro.
Fluyo en esa materia viva de tu agua o sueño
que moja un cuerpo único y solo soy, humano.

Dejo que este cuerpo que soy me lleve
para ser en ti el yo y el mí. Soy eso solo.
¡Qué ansia de entregarse la de mi cuerpo!
Bastante dicha sentirme en ti hecho.

No se llama yo este cuerpo que se aleja,
esta poniente luz que me refleja
y este ser de luz que bebo con mi beso.
Se llama tú este cuerpo que a ti me acerca.

Tú no tienes tu cuerpo, tienes el mío.
Tú no eres un cuerpo hacia el que nunca has ido.
En el tuyo sí que estoy, Sirena, y en ti voy sabiendo
qué es lo que siento y qué es lo que fluyo.

esta ventana, mas que con letras, con ojos y manos.

¿Yo me poseo a mí? No. Sólo poseo
la convicción de ser, de estar mirando
tus ojos dulces que me miran ahora,
cuando siento tu realidad porque te pienso.

Cuando de noche me zambullo en tu sueño
yo no arribo a tu playa, soy playa bajo tu aliento
irremediable de la vida. Alienta
irremediablemente una herramienta
que así misma se usa. No se siente
sino su propia acción: sangre, latido,
jadeo que es vivir: un leve gemido,
lúcido afán de tu agua que me nombra.

De pronto, con un suspiro, de tu cuerpo
te das cuenta, en íntimo abrazo
que quiere y no quiere dejar
que suene su alma hecha latido.
¿Pero quién se da cuenta? Eres tú misma.
Te das cuenta de ti.
Te das cuenta de mí.
Qué extraño abismo,
qué comprensible e incomprensible magma
de dicha. Tu cuerpo es quien acaso
te descubre a ti. Mas, tú y tu cuerpo
¿son distintos? No. No son nada
más que una realidad, una ensenada
que tu agua viva claramente cubre.

Sólo una realidad que abre y que cierra
su fugitiva sombra donde acuna
mi fuego vivo su gran llama.

¡Qué daría yo porque pensaras,
supieras que no hay ningún fallo!
Un motor que, a veces, de angustia
se fatiga. Un tomillo, un romero
y una menta en ti: plantas las tres,
desde distinto tallo: tu cuerpo.

Mi pensarte también da planta distinta
desde sus estaciones diferentes.
Mi cerebro soporta otras corrientes.
Mi mano escribe con diversa tinta.
Pero es en el pergamino de tu ser
donde mejor escribo las cuatro
estaciones y el caminar de mi sentir.

Seguiré escribiéndote, dibujándote
cada día, cada noche plena de ojos
que se anticipan a tus manos
sobre los pétalos delicados de tus prendas.

Escribiendo rítmicamente en alas
de tus piernas de baile y luz, Sirena,
dibujando la línea de una música
que con distinta melodía suena;
porque a ti te irá sonando como a velos
en ascensión purísima e inversa
a la espuma de tus sedas y encajes
musicalmente desceñidos, mientras
cobra cálidos tonos de deseo
entre tu piel blanca y mi gula de tus olas.

¡Qué bien ha comenzado el año!
Cada amanecer no sabes tú
cuánto quiere mi gozo beber,
fundirse en ti y en tu sueño…

lunes, enero 15, 2007

Tu música

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Ayer, al atardecer, no sé si te diste cuenta…me hablaste con música
y por el aire viniste a mí despedazando la distancia. Desde los arpegios
tu figura preciosa y tu color aromaron el aire de mieles cosecheras
y zureo silvestre de palomas. A través de las ondas, ondulante,
escuchando una voz que se hacia tuya, tu cuerpo bruñido de espuma
acudía a sorberme, sirena. En las olas de esa voz me traías cosechas

de palabras de fuego para el asalto sin fatiga con que recorrías mi ser.
Voz de brisa de figura de ensueño, vestida de ti y blanca,
espuma de mar y de plata, saeta de sal o luna caminante en carreteras
de atardecer, sombra de blanca flor y de rosa roja en el viento:
mensaje a mi oído de tu memoria que me estaba bebiendo por dentro.


Hoy, al amanecer, tu música (que ayer grabé) continúa como agua dulce
lloviendo sobre mí: la beberé para mejor beber de tu ausencia y de ti.

lunes, enero 08, 2007

Sed de tu boca

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Anoche volví a adorar los pétalos de tu boca,
soñándote, venerándote a ti candente en ella;
deshaciéndome yo, bajo la enredadera
de su seda-agua-orden precisa,
en besos que te buscaban, emergente, en ella,
con júbilo contenido más allá de ti y de mí.

Y, hoy, ese júbilo de beso lo alargo,
como larga es la noche sin ti;
evoco en mi espejo tu boca febril, ardiente,
cráter de cielo inexplorado, volcán
que arrolla mi palabra con el río de beso
que me apaga encendiéndome;
ansío tu boca que parpadea en mi retina
como el gran ojo de mi consciencia,
y la noche lo sabe al mirar mis labios de pez
entreabiertos demandando el hálito
que me regrese a la marea, tu boca de vida.

Te codicio en tu boca, sirena,
tu todo tú que late en tu boca y se me expande,
y se muestra y se ofrece a la mía para que la tome
entregándole la maravillosa sed que ella me convoca.

Y te lo tengo que decir,
para más alargar mi sed
este ocho de enero,
por querer yo seguir,
despierto, bebiendo de tu boca.