Espejo de Luna

jueves, octubre 30, 2008

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Sirena

Vivo tardes amargas porque mi amor te llama
y responde el silencio cuando grito tu nombre.
A veces descabalas las letras que lo forman
de modo que se evaden medrosas, desvalidas,
perdiéndose en el aire como el globo de un niño.
Entonces no respondes a tu nombre, y me esfuerzo
buscándolo impaciente. Pruebo nombres lejanos
al tuyo que me ama, como abrasando dudas,
como si nunca hubiese sabido rescatarte
del áspero silencio, y en tu nombre no hubiera
un jirón de mi alma. Y es que puedo pedirte
que te llames primavera, o lluvia, o hierbabuena,
que tu nombre sea beso, o temblor, o derrota,
porque en todos me abrazas, porque en todos te amo.

Y acaso me respondes y te llamas octubre,
cubierta por las hojas de una tarde amarilla.
O te llamas enero, que inicia la tristeza
donde los años nacen. O te llamas diciembre,
pues habitas la niebla que desata el crepúsculo.
Aunque no sería extraño que te llamases marzo,
toda esplendor de flores, tierra desentrañada.
Pero quiero pensar que te llamas febrero,
el mes que no concluye donde los demás. Nunca
un beso sin confines tuvo nombre más propio.
O te llamas amor, amor de tanto amarme,
de tanto como escuchas amor rasgando sombras
y bautizando el sueño que mimas en tus manos.

A veces no respondes, pero sí sé tu nombre,
sí sé todos tus nombres que plurales se unen
a ese nombre tan mío que el silencio proclama.
Y mi voz desorienta los caminos del tiempo
cuando sencillamente digo amor, y apareces.
Y se apagan tus nombres mientras tu piel me quema.

Hermosa piel y cuerpo tuyos en los que pienso.

lunes, octubre 20, 2008



Tú apareces,
tú te desnudas,
tú entras en la luz,
tú despiertas los colores,
tú, sirena, coronas las aguas,
tú comienzas a recorrer mi tiempo como un licor,
tú rematas la más cegadora de las orillas,
tú predices si mi mundo seguirá o va a caer,
tú conjuras la tierra para que acompase su ritmo a tu lentitud de lava,
tú reinas en el centro de esta conflagración
y del primero
al séptimo día
míos
tu cuerpo es un arrogante
palacio
donde quiere vivir
mi
temblor.







martes, octubre 07, 2008

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La noche en tus ojos

Se desmaya la noche si se mira en tus ojos,
las campanas son mudas para no despertarte,
y el silencio te abraza hasta que vence el alba
e iluminas mi mundo con tu mirada nueva,
distinta a la de ayer porque me bautiza el día.

Paso siglos – o briznas hilachadas de tiempo –
acechando tus sueños, buscando en qué naufragios
se pierden esas horas que no mides conmigo,
en qué furtivos brazos de humo ajeno te hundes,
por qué esquinas del aire se deshace el dibujo
que limita y madeja tu leve cuerpo de sirena .
Luchas como de hierro y eres blanda caricia
de seda. Tus susurros alientan manantiales
de ternura, gargantas de esperanzados ríos
que desembocan siempre donde mi piel te nombra.


Es tuya la energía de quien todo lo entrega,
en ti el hondo secreto de darte a cuanto amas,
de derramarte toda generosa y desnuda,
de ser tú misma; nunca consentiste disfraces.
Desgarraste las sombras desde que el mundo es mundo
nombrándome primaveras y desterrándome inviernos,
diosa sobre la muerte, más allá de la noche,
arrasando las dudas, la sinrazón y el llanto.
Si tejiese tus sueños como una araña teje
su tenaz celosía de vulnerables hilos,
acaso descubriera de qué universos surge
tu fuerza que haces mía, de dónde tanto arrojo
que desarraiga y vence con amor mi tristeza.

Se me escapan tus sueños, pero cómo me salvan,
cómo me zarandean tus pájaros nocturnos, sirena,
cuánto viento en sus alas, cuánta gozosa herida.
Existo porque un día me soñaste, ninguna
otra razón de vida me alivia en las derrotas.
Sobre la suave playa de tu piel me revives,
y exhumas, boca a boca, mis alientos de ahogado.

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