Espejo de Luna

jueves, junio 19, 2008


Tú, mi solsticio

Todo silencio
– entrega misteriosa –
me lleva a ti;
pues sólo en el silencio,
que a la ebriedad conduce,
se nos muestra el deseo
como un dios anhelado.

Nombre dichoso, sirena: vida:
sonrisa que me das alma,
mirada que me das fuego,
cuerpo que me das tierra
donde vivir anclado,
eternidad divina,
sentido de mi espacio.
Todo silencio
me lleva a donde estás
– belleza, origen –.
En ti quiero quedarme
ocupándolo todo.

Espero desatar hoy la sonrisa
que me retiene atado a tu firmeza.
Velar en tu silencio
el mapa de tus ojos:
golpe de esferas, de magia extendida;
el plano de tu cuerpo, luz abierta:
calor de mi solsticio de verano.

jueves, junio 12, 2008

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La estación de tu piel

Han pasado mil años desde la noche que te pensé,
mil años, mil caricias o mil besos, quién sabe,
porque el amor resiste la falsedad del tiempo
y escribe sobre el alma su propio calendario.
Desde entonces, cada noche,
recorriéndote a tientas como un ciego sus mundos,
mis dedos reconocen tu piel que me ha vencido,
y mis ojos distinguen tu cuerpo entre las sombras
con detalles precisos, como si el sol luciese.


Me sobran las palabras, cuánto me dices muda.

Las palabras a veces lo distorsionan todo
y el amor es silencio y humedad cuando estalla.
Mas si alertas palabras, cómo las siento mías,
qué levedad de alas arrulla en mis oídos,
música de un perfecto e inasible engranaje
que sólo en el amor descubre sus confines:
hasta el latido de tu pecho llego yo
y en el gemido de mi boca empiezas tú.


No hacen falta horizontes ni castillos de arena,
el paisaje es sencillo: dos cuerpos que arden juntos.
El universo existe por ese par misterio
de la piel que destruye, sobre el amor, la muerte.
No tengo que decirte lo que el tiempo nos grita:
un atardecer lento no encontrará su noche,
y el temblor de la llama se apagará en naufragio.
Pero hasta entonces muerde con ansia estos mis rastrojos
que un día, sin tú saberlo, hiciste tuyos, ámame con delirio,
como si cada instante fuera el último instante.
Tú y yo en esta reñida ferocidad del alba, sentimos
esta deliciosa locura que crece cuando alumbra
y se parece al suave tacto de las mariposas.
No quiero más invierno ni verano,
no quiero otra estación que tu piel en la mía.

miércoles, junio 04, 2008

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Luna a punto de copla,
a punto de soleá


Salí a dar un paseo avanzada la noche, preguntándome
si acaso vendrías. El aire estaba tibio y el olor de las rosas
me hizo recordar la tarde que apareciste en mi alcoba,
en un rayo de luz. Pronto la luna se pondría
y deseé que vinieras. Mientras tanto, pensaba
en las viejas estrellas que caen, en las cenizas de una y otra cosa.
Y supe que podría estar esparcido entre ellas,
que el sueño de la luz podría continuar sin mí,
que nunca fue mi sueño sino el tuyo. Y en la oscuridad
de la séptima noche supe que pronto llegaría mi hora.
Y miré hacia el espejo, y miré más allá de las aguas en calma.
Ya la luna se había puesto, y tú no estabas aquí.


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