Espejo de Luna

jueves, agosto 12, 2010

COMPROBARTE EXTENSAMENTE





















Dentro, en tus ojos, donde calla y duerme
un palpitar de acuario submarino,
quisiera, cual licor tenue al difumino,
hundirme, decantarme, adormecerme.
Y a través de tu espalda, pura, inerme,
que me trasluce el ritmo de andantino
de tu anhelar, si en ella me reclino,
quisiera trasvasarme y extenderme.

Multiplicar mi nido en tus regazos
innumerables, que al cerrar tú los brazos
no encontrases mi carne, en ti disuelta.

Y que mi alma, en bulto y tacto vuelta,
te resbalase en torno, transparente
como tu frente, sirena, como tu frente.

Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para mi tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa.
Y tu unidad después, luz de mis sueños.

Fiel a ti misma, sin cesar renaces,
siempre nueva a mi tacto, a mi deseo viva.
Yo, sin ti, oscuro y tú, allá lejos, luciendo.

Pone al copiarte mi espejo
un poco de claridad.
Si ahora yo te canto:

"Tu cielo es azul celeste
y azul marino tu mar".

Tú abres tus ojos como un faro
y naufrago soy de ti el que gira
como un satélite imantado.
Y dime, esta luz mía – tuya – que devuelvo
¿a qué te sabe viva en tu regazo?
¿Puede aumentar tu lumbre
este navegante lejano
que de veraneo se va?


lunes, agosto 02, 2010

PRESO DE TI





















En qué dulces prisiones recluyes mi destino, sirena mía.
No en frías fortalezas ni en sombrías mazmorras,
no entre argollas pesadas que mis tobillos hieran
ni entre hierros que aprieten mi cuello hasta dañarme;
tu condena es sutil: grilletes invisibles
me impiden dar un paso, ciñen mis manos, tasan
mínimos movimientos, de modo que no puedo
sino estar a tu lado, mirar donde tú digas,
incluso pensar sólo lo que tú ordenes,
porque hasta el pensamiento me tienes apresado.
He visto oscuras celdas en lugares malditos,
calabozos terribles que aún el llanto desbocan,
malvadas heredades de siglos sin ventura,
agujeros de pena bajo el tul de otros tiempos
en donde tantos hombres renegaron del mundo.
Pero tus brazos forman la más segura celda,
tus besos como látigos desentrañan mi espalda,
como garras tus manos soliviantan mis sienes,
y tus pechos señalan como llamas mis labios.
Con qué suaves cadenas has sabido apresarme.
Soy tuyo en una celda que no tiene confines,
que no precisa puertas, barrotes, ni cerrojos;
pues crece donde habitan tu nombre y mi derrota.
En este etéreo espacio sin más sombra que el sueño,
paso las horas muertas de la vida contigo,
y en él me das tormento, pues me atormenta verte
partir hacia la nada dejándome tu ausencia.
Preso en tu lejanía, los grilletes que urdiste
me mantienen inmóvil, leves hierros de humo,
y espero tu regreso para que me liberes,
para saberme tuyo, vivo en tu amor, salvado,
pues soy libre por ti, y en ti me siento preso.
Qué sinrazón que sólo desde el amor se alienta.
Sobre tu piel señalo las noches y los días, sirena,
de esta extraña condena que me libera amándote.