Espejo de Luna

martes, enero 31, 2006

Besos susurrados

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En tus susurros me tienes,
en mis sueños te susurro,
porque tú estás ahí,
Sirena, a mano mía,
a besos míos que se entregan
al ensueño de habitarte
en la distancia
que, la noche, de ti me acerca.

Susurrándote, deseada,
sobre tu piel mis palabras
o besos cubren, ciegan,
encienden su rosado resplandor
erguidísimo,
y allí mis labios claros celan,
dan, hacen noche, avaramente ardientes
de tu piel de seda...

lunes, enero 23, 2006

Cerca y lejos

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Lo soñado me renace
todo lleno de alas tempestuosas,
y de suspiros, de furias,
de ganas mías, sirena, por latirte.
Lo no vivido se me deshace
en las cenizas de las letras.

¡Tú que estás tan cerca!
¡Tú que estás tan lejos!
Y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.
Lo que beso, y no tengo,
y no comprendo, adoro.

martes, enero 17, 2006

Espejo que a ti me acerca

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Cuando de día me miro en el espejo,
cae mi gozo en ese gran lago
por el espacio en que me alejo.

Soy el espacio en que me alejo.
Dejo que este cuerpo que soy me lleve.
No es mío el cuerpo -¿quién el previo amo?-.
No estoy yo en él -¿a qué otro ser reclamo?-.
Yo no estoy dentro de mi cuerpo.
Me hace reír el yo y el mí. Soy eso solo.
¡Qué ansia de poseer: mi cuerpo!
No lo comprendo. ¿El previo yo que acaso nace
antes del cuerpo y que le llama suyo,
quién es, de dónde viene? No, no es el mío:
es, soy. No más. Bastante escalofrío
de realidad. Bastante dicha. Fluyo
en esa materia viva que agua o sueño moja
un cuerpo único y solo soy, humano.

No se llama yo este cuerpo que se aleja,
esta poniente luz que me refleja
y este ser de luz que toco con la mano.

¿Yo me poseo a mí? Sólo poseo
la convicción de ser, de estar mirando
tus ojos dulces que me miran ahora,
cuando siento la realidad porque te veo.

Yo no tengo mi cuerpo, tengo el tuyo.
Yo no soy un cuerpo hacia el que nunca he ido.
Al tuyo sí que voy, Sirena, y allí voy sabiendo
qué es lo que creo y qué es lo que fluyo.

La realidad es lo que constatamos
cuando un cuerpo a otro cuerpo aproximamos
y fundimos en un solo deseo
traspasando esta ventana con ojos y manos.

Porque sé que estás viva y me vives,
estoy seguro de que estoy vivo yo,
viviéndote. Por ese claro
acertijo en la vida real creo.

Lo irremediable no es que mío sea
este cuerpo, sino que sin remedio
este cuerpo soy yo, frente a ese asedio
que quiero de tu mundo en rotación que me rodea.

Luna traicionera, no es el espejo.

Sirena: Deseada, yo no arribo
a tu playa, soy playa bajo tu aliento
irremediable de la vida. Alienta
irremediablemente una herramienta
que así misma se usa. No se siente
sino su propia acción: sangre, latido,
jadeo que es vivir: un leve gemido,
lúcido afán de tu agua que me nombra.

De pronto desde el espejo me miras

y de tu cuerpo te das cuenta,
en íntimo abrazo que quiere y no quiere
dejar que suene su alma hecha campana.
¿Pero quién se da cuenta? Eres tú misma.
Te das cuenta de ti. Qué extraño abismo,
qué comprensible e incomprensible magma
de dicha. Tu cuerpo es quien acaso
te descubre a ti. Mas, tú y tu cuerpo
¿son distintos? No son nada
más que una realidad, una ensenada
que el agua viva claramente cubre.

Sólo una realidad que abre y que cierra
su fugitiva sombra donde acuna

mi fuego vivo su gran llama.

¡Qué daría yo porque pensaras,
supieras que no hay ningún fallo!
Un pequeño motor que de angustia
se fatiga. Una rosa, una adelfa
y un nenúfar en ti: flores las tres,
desde distinto tallo.

Mi pensarte también da flor distinta
desde sus estaciones diferentes.
Mi cerebro soporta otras corrientes.
Mi mano escribe con diversa tinta.
Pero es en el pergamino de tu ser
donde mejor escribo las tres
estaciones que caminando van

de mi invierno a tu verano.

Seguiré escribiéndote, dibujándote
cada día, cada noche plena de ojos
que se anticipan a tus manos
sobre el pétalo delicado de tus prendas.

Escribiendo rítmicamente en alas
de tus piernas de luz, Sirena,
dibujando la línea de una música
que con distinta melodía suena,
porque a ti te irá sonando como a velos
en ascensión purísima e inversa
a la espuma de tus sedas y encajes
musicalmente desceñidos, mientras
cobra cálidos tonos de deseo
entre tu piel blanca y mi gula de tus olas.

Ay, Sirena, mirándome en el espejo,
resulta que estoy echándote de menos
en este espacio de acá del que,

para más acercarme a ti, me alejo.

martes, enero 10, 2006

Es tu boca...

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Anoche, soñándote, me besaste.
¡La luna sabe de qué manera!

Es tu boca la suavidad del chocolate
que acaricia mi lengua, o eres tú,
al completo, navegando en mis mareas,
atreviéndote al desafío de mis dientes,
invitando al estallido del placer
que anega mi boca...

Te pienso y hundo, ya, mi lengua
en el bombón de tu memoria,
para llenar mis labios del confite
buscando tu guinda,
presos del licor dulce y penetrante
que amalgama en júbilo mis jugos
complaciéndome en el sabor de tu boca.

Eres tú, es este pensarte, el sentir
mi paladar repleto de tu ser que bebo
y no quiero colmarlo con más golosina,
gozar el último resquicio de tu néctar
desprendido y saber que me esperan
marrasquinos y bombones a cientos
deseando que yo desee hacerlos
vivir y morir en mi boca.

Un dulce relleno, tu boca,
de fruta y licor que quiere
caber en la mía,
aguarda envuelto en carne rutilante
mostrando su seda tentadora
a mis ojos, a la boca mía
que te llama y quiere
desenvolver esos pétalos
con el pálpito de mis besos.

¡Ay, sirena!
¡La luna sabe de qué manera!

miércoles, enero 04, 2006

Luna de miel

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Nunca sabré cómo tu alma ha encendido mi noche,
nunca sabré cómo vino esta luna de miel.

La luna brilla en tus ojos y con mi desvelo
besa tu suelo, reza en tu cielo, late en tu sien.

Nunca sabré por qué siento tu pulso en mis venas,
nunca sabré en qué viento llegó este querer,
mi vida llama a tu vida y busca tus ojos,
besa tu suelo, reza en tu cielo, late en tu sien.

Ya siempre unidos, ya siempre, mi corazón con tu amor,
yo sé que el tiempo es la brisa que dice a tu alma
ven hacia mí, Sirena, así el día vendrá
y amanecerá por ti la luna de miel.

(Rememorando letra de Rafael de Penagos
cantada por Gloria Laso)