Espejo de Luna

martes, septiembre 25, 2007

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Mejor amarte de lejos

No verte,
no escucharte, no respirar tu aire, amor,
mejor amarte de lejos
donde está a salvo mi juicio
y puedo recordar quién soy.
Mejor a solas con mis deseos,
mejor que duerman los sentidos
y no abrir mis ventanas a tu atardecer
plagado de aromas demasiado vivos,
plagado de tu aroma a tomillo, mujer,
en el que amorosamente sabes que me pierdo.

Qué puedo hacer con mi dragón despierto,
amor, cómo conformarlo
con sólo una sonrisa
aunque yo la necesite tanto,
qué puedo hacer con el fuego
de mi instinto elevado en llama
si sólo a mí
puede consumirme su hoguera,
qué hacer con la palabra que me inunda
con tu nombre y mi impaciencia
para no lanzarme al vacío de tu sima,
una y otra noche.

Mejor no verte, alma mía, mejor
mi oído mudo de tu voz
y mis manos lejos de tus caderas,
de la caoba de tu fortaleza,
de las sedas de tus cabellos;
lejos de tus columnas, amor,
lejos del torbellino de tus pausas,
lejos de tus fotos y tus espejos,
del murmullo de tus ropas que me matan,
lejos, sirena mía, del suplicio de fingir
que puedo contener esta loca ambición
de las delicias de tu cuerpo y de tu alma.

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“Lo que queda de tu sirena” –me dices.
Y yo tengo que engañarme,
retenerme, con este fingir;
pues si yo en ese momento te besara
llegarías tú a saber cuánto es el mucho
que me queda para aprenderte,
para saberte,
para medirte de a piquitos
y adorarte.

Mejor amarte de lejos,

con mi mano extendida
buscándo tu caricia,
enajenado.


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domingo, septiembre 23, 2007

AGRADECIDO OS QUEDO


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miércoles, septiembre 19, 2007


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Tempus fugit: ‘El Tiempo vuela’

Me pesan en los ojos los relojes, todos los relojes. Corren por mis venas

sus manecillas, como negras agujas infectadas que buscasen herir
definitivamente mi corazón. Tropiezo una y otra vez con sus pervertidas
marcas en relieve. La siniestra maquinaria del tiempo latiendo...
tactictactictactictactic!, recordando nuestra condición de nada,
la escasa vida, la cuenta atrás. El tiempo celebra en sus reuniones
los fragmentos, lo que quedó, lo que lleva pasado, todo lo que pesa
en las ojeras y en los ojos, en olas de segundos, en las escasas mareas
de los minutos de amor.
Estoy cansado de acariciar el tiempo mientras pasa sin borrar nada.

Simplemente desfila ante mí, indiferentes los dos ( el tiempo y yo)...
Como un monstruo insaciable, pasa devorando sueños y corazones,
días de ayer y de mañana, días rotos o intactos, dulces o amargos,
con todas sus noches. Pasa girando en su siempre cansina
y espaciada coreografía circular… Pasa baboso y veloz,
como un caracol gigantesco. Pasa desconociéndonos,
librándose de nosotros, apartándonos, llevándose la vida
y con ella todas las falsas esperanzas que albergamos
creyendo verdaderas también todas nuestras frustraciones.
Se aleja dejándonos el terrible peso de haberlas alentado y padecido,
de estar obligados a alentarlas y padecerlas hasta fallecer,
hasta la inaplazable cita con su aliada muerte…
El tiempo se contrae, se diluye, en imágenes borrosas o inventadas,
se apaga en nuestra pobre, ineficaz y estúpida memoria.
Vuela con él lo poco que nos dejó. Todo lo que no nos arrancó
o no nos impidió, día tras día; todo lo que quisimos y no pudimos tener.
¡Maldito ladrón muerto de hambre!
Todos los años, como auténtic@s mentecat@s ataviad@s

como polichinelas, celebramos el infortunio de agotar la vida,
de que el tiempo nos saquee impunemente, que saboree
lánguidamente nuestro sudor y nueva sangre,
que se ría de todos nuestros esfuerzos por evitarlo,
que nos empuje al abismo. Un pasito más, ¡feliz Nochevieja!,
otro más, mi próximo sábado, ¡feliz cumpleaños!
Y así uno y otro y otro, hasta la decrepitud y el absoluto descrédito,
hasta la intolerable senectud.

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Si pudiéramos...¿Torearíamos el tiempo?

martes, septiembre 11, 2007

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RECOMENZAR

Han pasado mil años desde mi despedida,
mil años, mil caricias o mil besos, quién sabe,
porque el amor ha resistido la largura del tiempo
y ha escrito sobre el alma su propio calendario.

Como me dolía tu ausencia en mi vacacional viaje,
sólo me quedaba entonces soñarte en mí, engañarme,
pensar que venías conmigo, que no hubo despedida,
que tus últimos besos seguían acunándose en mis labios
y que tu piel iba en mis dedos superviviente y cálida.

De ese modo he podido desactivar tu ausencia,
atravesar las tierras y los cielos remotos
teniéndote a mi lado cómplice de mis noches
que un amor sin relojes, en sueños, hizo tuyas.

Si supieras los mundos que has vivido conmigo,
en cómo se han abierto los mapas al juntar nuestras manos
y cómo entre sus calores enlazados aparecía tu nombre,
lazarillo que nunca me abandona en los viajes.

En estos días te he recorrido a tientas como un ciego sus mundos,
mis dedos han reconocido tu piel que me ha vencido,
y mis ojos distinguido tu cuerpo entre las sombras
con detalles precisos, como si el sol luciese.

Tú y yo de nuevo, ahora, recomenzamos en la reñida claridad del alba,
en esta deliciosa locura que acaricia cuando alumbra
y se parece al suave tacto de las alondras.

¿Sabes que no quiero más vacaciones, sirena,
ni más verano que tu piel en la mía?