Espejo de Luna

miércoles, abril 28, 2010

SUEÑO















Dormíamos en la cubierta
y delfines y peces voladores
saltaban de tus sueños
al mar de mis sentidos.
El sol azul del agua
se refugió en tu piel,
se puso en ella
y fuiste crepúsculo y sirena.

Sin conseguirlo,
quise pensar la angustia,
recuperar el miedo,
el vértigo de tanta soledad
antes de ti, mis días de vacío,
regresar a la nada conocida
antes de que la nada ignota del deseo
me dejase en un barco fantasma,
yo también para siempre un navegante
prisionero dichoso en tu cuerpo.

Me diluí en las sombras que perdían
las aves en tu espalda. Si tus ojos se hubieran
abierto en ese instante
me habrían confundido con la estela:
porque yo era el rastro que mi propia mirada
dejaba en tu piel al deshacerse.
La costa estaba cerca.
Las montañas volvieron a pesar.
Sonó en los altavoces el final de mi sueño.

jueves, abril 22, 2010


SI TE PERDIESES EN MÍ




















Si un día te perdieses como se pierde el humo
y en el aire te alzases igual que una palabra
sin más peso que el sueño, tras de ti volaría,
ingrávido y alado Ícaro de tus besos,
aunque supiese el triste precio de la derrota.

Detrás del horizonte donde muere la lluvia,
en el país del odio donde el amor no existe
y reina la mentira con su coro de nieblas,
te estaría esperando, desnudo como un náufrago,
desnudo y protegido por los sueños más tuyos,
para que nos salvaras, para que me salvaras
sólo con tu mirada que alienta manantiales
y destruye las sombras, y bautiza el silencio
dándole pulso al nombre de amor que me cobija.

Si un día te perdieses

como se pierde un niño
en las fauces del tiempo,

como se pierde un hombre
en el pozo del llanto,
buscaría tu sombra
bajo todos los soles,
bajo todas las lunas,
detrás del horizonte
donde las nubes mueren.

No podrías perderte en parajes remotos,
en lejanos desiertos o en cumbres inasibles,
porque yo te seguiría atravesando el mundo,
acechando tu rastro de caricias que llevan
el tacto de mi piel como un signo abrasado.

Ya tienes la estatura de nuestro amor, su nombre
de destemplanza y luz, de derrota y asedio,
y no puedes perderte sino en mis brazos, sirena,
sino en el mínimo hueco donde los sueños duermen.

Sopla sobre mis ojos, que no vaya a aturdirme,
que no celen mis párpados el premio de mirarte,
de modo que esté siempre atento a tu aventura.
Porque al amarte no sé si arriesgo tu pérdida y mi vida.

miércoles, abril 14, 2010

SIN FRONTERAS















Desde que te sé tengo en cuenta la muerte.
Pero lo que presiento no se parece en nada
a la común tristeza. Más bien es certidumbre
de la totalidad de mis días en este
mundo donde puedo saberme contigo, sirena.


De pronto tengo toda la impaciencia de todos
los que amaron y aman, la urgencia incompartible
de los enamorados. No quiero geografía
sino amor, es lo único que mi corazón sabe.
En mi vida no cabe este exceso de vida.


Mejor, si te dijera que medito las cosas
(fronteras y distancias) en los términos propios
de la resurrección, cuando nos alzaremos
sobre las coordenadas del tiempo y el espacio,
independientemente del mar que nos separa.


Sueño con el momento perfecto del abrazo
sin prisa, de los besos que esperan a darse.
Sueño con que tu cuerpo vive junto a mi cuerpo
y espero la mañana en la que no habrá límites
(fronteras ni distancias) al sentirme a ti pegado.

jueves, abril 08, 2010

PIEL DE SEDA





















El temblor del muslo,
de tu piel de seda,

y el diminuto encaje
rozado por la yema de mis dedos,
son el mejor pensar
de estos días conocidos sin prisa,
sin hacerse notar, igual que amigos tímidos.

Unas sedas amadas, y el calor
apenas vislumbrado de tu carne,
como fuego hermoso,
como llama de nenúfar donde pongo
mis manos sin dudarlo.

Ay, cómo te deseo, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti en mí, agua furtiva,
música hecha piel amorosa para mi tacto.
Así te quiero, sirena, en límites pequeños,

aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.

Mis manos
siempre encuentran en tu piel
una senda inexplorada,
para zarpar con rabiosa gana
a la apetecida boca del relámpago vital,

Tus manos

saben evadir la rutina,
cuando las pienso
se humedece mi memoria
El temblor del muslo,
de tu piel de seda,

y el diminuto encaje
rozado por la yema de mis dedos,
son el mejor pensar de estos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.

Unas sedas amadas,

y el calor apenas vislumbrado de tu carne,
como fuego hermoso,

e impaciente las aguardo.

Es mi lengua
acierto de vigilia
dejándose llevar por el lascivo
inquieto
travieso viento claro
de tus muslos.

Hebra de agua tibia
descubriendo tus pechos
despiertos
piruetea con la gana
que mi boca refleja
en una marejada
de pulsos agitados.

Lápiz de filo diligente

perfilando tu abertura
que se explaya
enardece
y grita
soltando su vena
salpicando mis sentidos.

Voluntad de tus labios
sometiendo mis labios
a esa voluntad.
Anzuelo que pesca

sujeta
y
vuela con mi carne
al punto de ti preciso
donde el gemido

no dice
que termina
y
la quietud
clama por otra vez nacer
en grito.


El temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de mis pulsos,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre mis manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la cálida solución de tu regazo
y dejo de escribir, sirena de piel de seda,…
…para más besarte.